Discurso La Importancia de la Santa Cena domingo 03 de Febrero del 2013
Cuando
el Salvador se presentó por primera vez a sus Apóstoles ya como un ser resucitado
lo hizo de una manera particular; Calmó sus miedos y angustias ya que estaban
escondidos para no ser ejecutados como lo fue Él y al hacerlo les estimuló a
recordar el sacrificio que hizo al mostrarle sus heridas. (Juan Cap. 20)
En
otra ocasión en la que el Salvador se presenta como el Dios nuestro es cuando
desciende entre los Nefitas angustiados y arrepentidos por sus pecados y al
decirles quien era Él, les invita a que palpen las heridas de su sacrificio
expiatorio a favor de todos nosotros y las creaciones de Dios. (3 Nefi Cap. 10
- 11)
No
tengo ninguna duda que en la Segunda Venida el Salvador nuevamente dirá "Paz a vosotros" e invitará a ver y
palpar sus heridas del sacrificio expiatorio. No obstante el Señor deseó
estimularnos a esperar ese día recordando su sacrificio expiatorio cada domingo
de nuestras vidas cuando renovamos nuestros convenios en la Santa Cena. (Mateo
26:26-29)
Cuando
llegamos al momento más sagrado de toda la reunión de la iglesia o sea la Santa
Cena, esa silente reverencia permite a la persona serena como a la atribulada
sentir el bálsamo curativo, regenerador, pacificador y redentor que emanan esos
símbolos expiatorios como son el pan y el agua.
El pan partido
simboliza la carne torturada y lacerada del Salvador a causa de los golpes,
latigazos, la corona de espinas y los clavos.
El agua en vasos pequeños
nos quiere recordar la sangre que derramó por cada poro de su cuerpo y por cada
herida que le hicieron y es importante notar que cuando le hirieron en su
costado en la cruz salió agua y ya no sangre quizá como presagiando que el agua
ocuparía el lugar simbólico del vino.
El altar donde los presbíteros
bendicen la Santa Cena, en una combinación divinamente intencionada el
altar, las bandejas y el mantel blanco toman una forma que nos simbolizan el
cuerpo fenecido del Salvador en el sepulcro. Todo esto tiene el objetivo de
estimularnos a recordarle siempre y nunca minimizar en nuestras vidas el
sacrificio que hizo por y favor de todos nosotros.
El
Pan y el Agua de la Santa Cena son agentes renovadores que actualizan los tres
convenios que hicimos con Dios el Padre al bautizarnos y Dios el Padre también
renueva su participación al perdonarnos y curarnos de nuestros pecados y
aflicciones que tuvimos en la semana, por lo tanto CUANTO DOLOR NOS ACUMULAMOS
SI NO LLEGAMOS A PARTICIPAR DE LA SANTA CENA!!! tendríamos que esperar hasta la
siguiente semana y quizá Satanás se encargará de hacernos seguir postergando
nuestra participación para que seamos miserables como él.
En
un domingo de su último año de vida, mi padre Luis Illanes a lo igual que en
todos los domingos de su vida como miembro de la iglesia ya se encontraba listo
con su camisa blanca con corbata y su maletín con sus libros canónicos con casi
una hora de anticipación a la reunión. No obstante en este particular domingo
por una razón que no recuerdo pero que con seguridad absuelvo a mi padre de
toda culpa llegamos a la iglesia quince minutos después de su hora de inicio,
mi padre bajó del taxi apurado y apresurando sus pasos no logró entrar para
participar de la Santa Cena, nos miró con una mirada desconsolada y a la vez
molesta ya que solo recuerdo que fue por culpa de mis hermanos y yo. Al entrar
y sentarse era monstruosamente evidente su vergüenza pero no con la membrecía
ni el obispado, sino claramente con el Señor. Ese domingo era justamente de
Ayuno y Testimonio y fue el primero en salir y testificó con lágrimas, una voz solloza
y un corazón quebrantado confesó que era la primera vez en su treintena de años
como miembro de la iglesia que no participó de la Santa Cena por descuido
-increíblemente no se lavó las manos acusándonos a los verdaderos culpables, yo
lo hubiera hecho- pero prometió a los cielos que nunca más volvería a pasar eso
nuevamente y lo hizo para redimirse con el Padre Celestial y el Señor porque él
como nunca nadie conocí, comprendía la ingratitud y falta de respeto que se
demuestra a ellos (Padre Celestial y Jesucristo) cuando no participamos de la
Santa Cena por llegar tarde. Afirmo vehementemente que así es, que nadie puede
excusarse de la ingratitud y falta de respeto a Dios el Padre y Dios el Hijo
cuando llega tarde a la Santa Cena por falta de organización personal.
Los
que llegan a la iglesia fuera de horario de la Santa Cena, lastimosamente solo
han ido a fraternizar, pero por favor no quiero que se me
malinterprete, de ninguna manera intento decir que si no van a llegar a tiempo
a la Santa Cena es en vano ir, definitivamente aún deben llegar a la iglesia ya
que serán nutridos por la buena palabra y hermanados, pero entendamos que el
principal motivo para ir a la iglesia es para renovar nuestros convenios con
Dios a través de la Santa Cena.
Un
indicador muy revelador de la madurez espiritual de un barrio es el porcentaje
de asistencia y participación de la membrecía total en la Santa Cena. Si un barrio
tiene una asistencia que nunca disminuye por ejemplo de 130 miembros, para demostrar
la madurez de éste deberá tener a esos 130 miembros sentados para el momento de
la Santa Cena independientemente si algunos no puedan participar por problemas
de dignidad, ya que si éstos a pesar de estar presentes pero no participan del
pan y del agua por razones de metas para renovar la armonía con el Señor están
demostrando el respeto a la santidad de la Santa Cena y no como equivocadamente
piensan los que llegan intencionalmente después de la Santa Cena también por
razones de dignidad.
El
Obispo deberá instruir la doctrina de la Santa Cena urgentemente a la membrecía
en general para que desde algún domingo en adelante ya no entren más después de
la Santa Cena por razones de desorganización personal y decisiones equivocadas
(llegar tarde intencionalmente para evitar la Santa Cena). En lo personal creo
que no hay momento más irreverente en la reunión sacramental que cuando termina
la Santa Cena y se abren las puertas del salón y entran los que esperaban a que
abrieran las puertas y que algunos de los que participaron de la Santa Cena
giren la cabeza 45 grados
para ver quienes llegaron y buscan asientos.
Debemos
recordar que para llegar a la Santa Cena NADIE podrá llegar sin pecado alguno
desde la última vez que participó de la Santa Cena. La participación de la
Santa Cena a lo igual que la participación en el Santo Templo y recibir la guía
del Espíritu Santo no se requiere de perfección inmaculada, no obstante para
tales situaciones se necesita el inevitable sincero esfuerzo por cumplir ante
Dios. Si alguien llegara a la Santa Cena perfecto sin haber cometido ni un solo
pecado entonces no necesitaría de la Santa Cena ya que esta se ha instituido
para los enfermos del alma a causa del pecado, pero en absoluto NADIE podrá
jamás no necesitar el poder la expiación de Cristo.
Obviamente
es que llegaremos con pecados a la Santa Cena pero estos deberán ser ahogados
por un corazón quebrantado y un espíritu contrito, esto quiere decir que
debemos llegar con humildad y clamar perdón a Dios por nuestras debilidades y
que rogamos que Él pueda conducirnos fuera del pecado o de nuestra angustia y
que a cambio le prometemos que seguiremos dando el 100% de nuestro sincero
esfuerzo aunque muy probable sea que no tendremos éxito y que es ahí
precisamente donde necesitamos que Su Hijo Jesucristo nos ayude con Su Gracia.
Debo
recordar que todo esto debe ser antecedido por un arrepentimiento y confesión
al Padre en un momento íntimo entre Él y nosotros en una oración en un lugar y
momento privado para Él y cada uno de nosotros y no esperar llegar hasta el
domingo. Hay pecados que solo se deben resolver entre Dios y nosotros solos en
el marco de la intimidad. También están los pecados que nos han encadenado al
placer de Satanás y no podemos librarnos y que estamos en riesgo de perder la
estabilidad en nuestra vida y es entonces donde Dios mostrando Su preocupación
nos da una ayuda más intensiva a través de metas espirituales inspiradas por el
hombre que ha escogido para ser nuestro juez, el Obispo. (Isaías 1:16-19)
No
debemos cometer el terrible error de ser nosotros mismos nuestros propios
jueces, es una idea equivocada influenciada solo por el enemigo de nuestra
alma. Satanás el padre de todas las mentiras tratará de hacernos creer que
somos completamente aptos para juzgarnos nosotros mismos de no tomar la Santa
Cena y "reconocer" que estamos muy pero muy perdidos y que lo mejor
será tener un perfil invisible en la iglesia, para inmediatamente después
inactivarnos y ser carnada fácil para el león hambriento de nuestra alma que
es.
No
osemos en medir la expiación de Cristo diciéndonos a nosotros mismos que
nuestros pecados repelen furiosamente al perdón. La expiación de Cristo carece
de límites a lo igual que su amor y tiene la infinita piedad por nosotros. Si
hemos pecado de una manera en que nuestro albedrío se ha debilitado por nuestra
facilidad de incurrir en el pecado, entonces en el primer domingo en que nuestra
Luz de Cristo nos diga que debemos abstenernos de participar de la Santa Cena
busquemos a nuestro obispo y confiemos en él porque Dios confía en él para
ayudarnos. No dejemos que haya un segundo y más domingos en el que no
participemos de la Santa Cena sin confesarle a nuestro obispo el porqué.
Ruego
al Padre Celestial y a nuestro Salvador Jesucristo que mis débiles palabras en
este humilde mensaje sean reforzadas por el Espíritu y así podamos entender y
comprender la vital urgencia que nuestra alma tiene por participar de la Santa
Cena. Sé que Jesucristo vive y que es un exaltado ser resucitado, sé que por el
sacrificio expiatorio de Jesucristo, para Dios el Padre y Él valemos mucho. Nuestra
alma está cotizada en carne lacerada y sangre derramada de un Dios puede haber
algo en el universo más caro que eso? si no participamos de la Santa Cena
estamos subestimando increíblemente nuestro valor, sí, un valor que los Dioses
estuvieron dispuestos a pagar porque saben el potencial divino que tenemos a
pesar de ser débiles en esta vida y porque nunca llegaremos a pecar a un punto
sin retorno.
Nuestra
puntualidad para nuestra asistencia y participación en la Santa Cena, demuestra
nuestra reverencia y gratitud al Salvador, de ello testifico en el nombre de
Jesucristo, Amén.
Por: Fernando Illanes ®