lunes, 25 de febrero de 2013

EL VALOR DE NUESTRA ALMA ES LA CARNE LACERADA Y LA SANGRE DERRAMADA DE UN DIOS, PUEDE HABER ALGO EN EL UNIVERSO MÁS CARO QUE ESO?

Discurso La Importancia de la Santa Cena domingo 03 de Febrero del 2013
Cuando el Salvador se presentó por primera vez a sus Apóstoles ya como un ser resucitado lo hizo de una manera particular; Calmó sus miedos y angustias ya que estaban escondidos para no ser ejecutados como lo fue Él y al hacerlo les estimuló a recordar el sacrificio que hizo al mostrarle sus heridas. (Juan Cap. 20)

En otra ocasión en la que el Salvador se presenta como el Dios nuestro es cuando desciende entre los Nefitas angustiados y arrepentidos por sus pecados y al decirles quien era Él, les invita a que palpen las heridas de su sacrificio expiatorio a favor de todos nosotros y las creaciones de Dios. (3 Nefi Cap. 10 - 11)

No tengo ninguna duda que en la Segunda Venida el Salvador nuevamente dirá "Paz a vosotros" e invitará a ver y palpar sus heridas del sacrificio expiatorio. No obstante el Señor deseó estimularnos a esperar ese día recordando su sacrificio expiatorio cada domingo de nuestras vidas cuando renovamos nuestros convenios en la Santa Cena. (Mateo 26:26-29)
Cuando llegamos al momento más sagrado de toda la reunión de la iglesia o sea la Santa Cena, esa silente reverencia permite a la persona serena como a la atribulada sentir el bálsamo curativo, regenerador,  pacificador y redentor que emanan esos símbolos expiatorios como son el pan y el agua.

El pan partido simboliza la carne torturada y lacerada del Salvador a causa de los golpes, latigazos, la corona de espinas y los clavos.

El agua en vasos pequeños nos quiere recordar la sangre que derramó por cada poro de su cuerpo y por cada herida que le hicieron y es importante notar que cuando le hirieron en su costado en la cruz salió agua y ya no sangre quizá como presagiando que el agua ocuparía el lugar simbólico del vino.

El altar donde los presbíteros bendicen la Santa Cena, en una combinación divinamente intencionada el altar, las bandejas y el mantel blanco toman una forma que nos simbolizan el cuerpo fenecido del Salvador en el sepulcro. Todo esto tiene el objetivo de estimularnos a recordarle siempre y nunca minimizar en nuestras vidas el sacrificio que hizo por y favor de todos nosotros.

El Pan y el Agua de la Santa Cena son agentes renovadores que actualizan los tres convenios que hicimos con Dios el Padre al bautizarnos y Dios el Padre también renueva su participación al perdonarnos y curarnos de nuestros pecados y aflicciones que tuvimos en la semana, por lo tanto CUANTO DOLOR NOS ACUMULAMOS SI NO LLEGAMOS A PARTICIPAR DE LA SANTA CENA!!! tendríamos que esperar hasta la siguiente semana y quizá Satanás se encargará de hacernos seguir postergando nuestra participación para que seamos miserables como él.
En un domingo de su último año de vida, mi padre Luis Illanes a lo igual que en todos los domingos de su vida como miembro de la iglesia ya se encontraba listo con su camisa blanca con corbata y su maletín con sus libros canónicos con casi una hora de anticipación a la reunión. No obstante en este particular domingo por una razón que no recuerdo pero que con seguridad absuelvo a mi padre de toda culpa llegamos a la iglesia quince minutos después de su hora de inicio, mi padre bajó del taxi apurado y apresurando sus pasos no logró entrar para participar de la Santa Cena, nos miró con una mirada desconsolada y a la vez molesta ya que solo recuerdo que fue por culpa de mis hermanos y yo. Al entrar y sentarse era monstruosamente evidente su vergüenza pero no con la membrecía ni el obispado, sino claramente con el Señor. Ese domingo era justamente de Ayuno y Testimonio y fue el primero en salir y testificó con lágrimas, una voz solloza y un corazón quebrantado confesó que era la primera vez en su treintena de años como miembro de la iglesia que no participó de la Santa Cena por descuido -increíblemente no se lavó las manos acusándonos a los verdaderos culpables, yo lo hubiera hecho- pero prometió a los cielos que nunca más volvería a pasar eso nuevamente y lo hizo para redimirse con el Padre Celestial y el Señor porque él como nunca nadie conocí, comprendía la ingratitud y falta de respeto que se demuestra a ellos (Padre Celestial y Jesucristo) cuando no participamos de la Santa Cena por llegar tarde. Afirmo vehementemente que así es, que nadie puede excusarse de la ingratitud y falta de respeto a Dios el Padre y Dios el Hijo cuando llega tarde a la Santa Cena por falta de organización personal.
Los que llegan a la iglesia fuera de horario de la Santa Cena, lastimosamente solo han ido a fraternizar, pero por favor no quiero que se me malinterprete, de ninguna manera intento decir que si no van a llegar a tiempo a la Santa Cena es en vano ir, definitivamente aún deben llegar a la iglesia ya que serán nutridos por la buena palabra y hermanados, pero entendamos que el principal motivo para ir a la iglesia es para renovar nuestros convenios con Dios a través de la Santa Cena.
Un indicador muy revelador de la madurez espiritual de un barrio es el porcentaje de asistencia y participación de la membrecía total en la Santa Cena. Si un barrio tiene una asistencia que nunca disminuye por ejemplo de 130 miembros, para demostrar la madurez de éste deberá tener a esos 130 miembros sentados para el momento de la Santa Cena independientemente si algunos no puedan participar por problemas de dignidad, ya que si éstos a pesar de estar presentes pero no participan del pan y del agua por razones de metas para renovar la armonía con el Señor están demostrando el respeto a la santidad de la Santa Cena y no como equivocadamente piensan los que llegan intencionalmente después de la Santa Cena también por razones de dignidad.
El Obispo deberá instruir la doctrina de la Santa Cena urgentemente a la membrecía en general para que desde algún domingo en adelante ya no entren más después de la Santa Cena por razones de desorganización personal y decisiones equivocadas (llegar tarde intencionalmente para evitar la Santa Cena). En lo personal creo que no hay momento más irreverente en la reunión sacramental que cuando termina la Santa Cena y se abren las puertas del salón y entran los que esperaban a que abrieran las puertas y que algunos de los que participaron de la Santa Cena giren la cabeza 45 grados para ver quienes llegaron y buscan asientos.
Debemos recordar que para llegar a la Santa Cena NADIE podrá llegar sin pecado alguno desde la última vez que participó de la Santa Cena. La participación de la Santa Cena a lo igual que la participación en el Santo Templo y recibir la guía del Espíritu Santo no se requiere de perfección inmaculada, no obstante para tales situaciones se necesita el inevitable sincero esfuerzo por cumplir ante Dios. Si alguien llegara a la Santa Cena perfecto sin haber cometido ni un solo pecado entonces no necesitaría de la Santa Cena ya que esta se ha instituido para los enfermos del alma a causa del pecado, pero en absoluto NADIE podrá jamás no necesitar el poder la expiación de Cristo.
Obviamente es que llegaremos con pecados a la Santa Cena pero estos deberán ser ahogados por un corazón quebrantado y un espíritu contrito, esto quiere decir que debemos llegar con humildad y clamar perdón a Dios por nuestras debilidades y que rogamos que Él pueda conducirnos fuera del pecado o de nuestra angustia y que a cambio le prometemos que seguiremos dando el 100% de nuestro sincero esfuerzo aunque muy probable sea que no tendremos éxito y que es ahí precisamente donde necesitamos que Su Hijo Jesucristo nos ayude con Su Gracia.
Debo recordar que todo esto debe ser antecedido por un arrepentimiento y confesión al Padre en un momento íntimo entre Él y nosotros en una oración en un lugar y momento privado para Él y cada uno de nosotros y no esperar llegar hasta el domingo. Hay pecados que solo se deben resolver entre Dios y nosotros solos en el marco de la intimidad. También están los pecados que nos han encadenado al placer de Satanás y no podemos librarnos y que estamos en riesgo de perder la estabilidad en nuestra vida y es entonces donde Dios mostrando Su preocupación nos da una ayuda más intensiva a través de metas espirituales inspiradas por el hombre que ha escogido para ser nuestro juez, el Obispo. (Isaías 1:16-19)
No debemos cometer el terrible error de ser nosotros mismos nuestros propios jueces, es una idea equivocada influenciada solo por el enemigo de nuestra alma. Satanás el padre de todas las mentiras tratará de hacernos creer que somos completamente aptos para juzgarnos nosotros mismos de no tomar la Santa Cena y "reconocer" que estamos muy pero muy perdidos y que lo mejor será tener un perfil invisible en la iglesia, para inmediatamente después inactivarnos y ser carnada fácil para el león hambriento de nuestra alma que es.
No osemos en medir la expiación de Cristo diciéndonos a nosotros mismos que nuestros pecados repelen furiosamente al perdón. La expiación de Cristo carece de límites a lo igual que su amor y tiene la infinita piedad por nosotros. Si hemos pecado de una manera en que nuestro albedrío se ha debilitado por nuestra facilidad de incurrir en el pecado, entonces en el primer domingo en que nuestra Luz de Cristo nos diga que debemos abstenernos de participar de la Santa Cena busquemos a nuestro obispo y confiemos en él porque Dios confía en él para ayudarnos. No dejemos que haya un segundo y más domingos en el que no participemos de la Santa Cena sin confesarle a nuestro obispo el porqué.
Ruego al Padre Celestial y a nuestro Salvador Jesucristo que mis débiles palabras en este humilde mensaje sean reforzadas por el Espíritu y así podamos entender y comprender la vital urgencia que nuestra alma tiene por participar de la Santa Cena. Sé que Jesucristo vive y que es un exaltado ser resucitado, sé que por el sacrificio expiatorio de Jesucristo, para Dios el Padre y Él valemos mucho. Nuestra alma está cotizada en carne lacerada y sangre derramada de un Dios puede haber algo en el universo más caro que eso? si no participamos de la Santa Cena estamos subestimando increíblemente nuestro valor, sí, un valor que los Dioses estuvieron dispuestos a pagar porque saben el potencial divino que tenemos a pesar de ser débiles en esta vida y porque nunca llegaremos a pecar a un punto sin retorno.
Nuestra puntualidad para nuestra asistencia y participación en la Santa Cena, demuestra nuestra reverencia y gratitud al Salvador, de ello testifico en el nombre de Jesucristo, Amén.
Por: Fernando Illanes ®