domingo, 16 de junio de 2013

LA EXPIACIÓN DE CRISTO ES INFINITA EN TIEMPO ¿CÓMO LOS BENEFICIOS DE LA EXPIACIÓN YA ACTUABAN ANTES QUE SE REALICE EL SACRIFICIO?

Cuando Jesucristo saliendo de Getsemaní volvió a sus tres Apóstoles dormidos por tercera y ultima vez y les dijo: “¡Levantaos, vamos! He aquí ha llegado el que me entrega.” (Mateo 26:46) La Expiación Infinita destiló eternamente sus beneficios para limpiar, curar y sanar los pecados y enfermedades del género humano y las creaciones.

Lo mismo pasó cuando al tercer día de su muerte, el espíritu del Salvador tomó nuevamente su cuerpo que dejó en la cruz y que fue sepultado en la tumba de José de Arimatea y nuevamente abriendo los ojos se puso de pie y con inmortalidad y Vida Eterna se levantó y salió del sepulcro, y es precisamente en ese momento en que la Expiación desprende su poder de resurrección para todo el género humano y las creaciones. Estos dos momentos solemnes son los puntos de partida para actuar hacia adelante como también hacia atrás en el tiempo. Tanto en la Biblia, Libro de Mormón y Perla de Gran Precio testifican que El Señor en la época del Antiguo Testamento Él perdonaba al pecador arrepentido, consolaba al triste, curaba almas y corazones rotos, etc.
Su sacrificio fue voluntario y no obligado, o sea que el rato que el Señor quería podía dar un paso al costado y decir ¨lo siento pero esto es infinitamente horrible y difícil no puedo hacerlo, me voy donde mi Padre¨ sabemos esto, ¿cómo es entonces posible que antes que Jesús fuera a Getsemaní, por siglos pasados se estuvieron beneficiando con una Expiación que todavía no se había realizado? y es más había el riesgo que dijera ¨Padre aparta de mí esta copa amarga y permiteme volver en este momento a tu presencia, perdóname pero no puedo hacerlo¨ y como era voluntario no se lo condenaría por fallar, así que ¿cómo es que en el tiempo antes de Cristo, la Justicia ya estaba perdonando pecados, sanando almas y corazones rotos, etc. si ni siquiera se había realizado La Expiación? Y peor aún, ya que es un hecho que se perdonaba pecados todo el tiempo antes de Cristo, si Cristo declinaba ¿esto no iba llegar a ser como una estafa a la Justicia?.

En Alma 39 nos daremos cuenta que en el encabezamiento del capítulo dice en una parte, "La redención de Cristo es retroactiva para la salvación de los fieles que la antecedieron.” Pablo enseñó que se "anunció de antemano el Evangelio a Abraham..." (Gálatas 3:08). El Evangelio o sea la fe, el arrepentimiento y el bautismo se impartió en todas las dispensaciones del evangelio comenzando desde Adán. Esto es lo que las Escrituras quieren decir cuando dicen, "El Evangelio comenzó a ser predicado, desde el principio" (Moisés 5:58, también D. y C. 20:25-26).
Sin el efecto retroactivo de la expiación del Salvador, la enseñanza de los principios del Evangelio y la realización de las ordenanzas relacionadas en los tiempos del Antiguo Testamento hubiera sido actos inútiles e innecesarios. El Señor hizo esta declaración incondicional a Enós, que fue anterior a la expiación del Salvador cerca de cuatrocientos veinte años antes: “Por tu fe en Cristo, a quien nunca jamás has oído ni visto. Y pasarán muchos años antes que él se manifieste en la carne; por tanto, ve, tu fe te ha salvado." (Enós 1:8). El rey Benjamín puso fin a cualquier duda sobre el carácter retroactivo de la Expiación en su magnífico discurso: "quienes creyesen que Cristo habría de venir, esos mismos recibiesen la remisión de sus pecados y se regocijasen con un gozo sumamente grande, aun como si él ya hubiese venido entre ellos." (Mosíah 3:13).

Entonces el rey Benjamín confirmó la intemporalidad de la Expiación cuando testificó que los hombres serán condenados “a menos que se humillen y se vuelvan como niños pequeños, y crean que la salvación fue (pasado), y es (presente), y ha de venir (futuro) en la sangre expiatoria de Cristo, el Señor Omnipotente, y por medio de ella. "(Mosíah 3:18). Pero, ¿cómo puede ser eso? ¿Cómo podría Dios retroactivamente extender las bendiciones de la Expiación antes de que se pagará el precio de compra? ¿Esto no viola los principios de la justicia? ¿Y si el Salvador elegía no seguir adelante? ¿Y si nunca se derramaría nada de su sangre?
El principio del crédito retroactivo no debe resultar extraño para nosotros hoy. De hecho, es una ocurrencia diaria. A diario los hombres y mujeres compran mercancías con sus tarjetas de crédito y luego pagan por ello después que se haya disfrutado lo fiado a crédito. Como los hombres y mujeres demuestren confianza y puntualidad en su historial, el aumento de crédito incluso es rogado por el mismo Banco. Una vez que es demostrada la solvencia, los bancos o cooperativas incluso solicitarán con fervor que adquieran más crédito. Ellos saben que ciertas personas siempre se les pueden confiar a ciegas que pagará la factura crediticia.
¿Cuánto más, si hablamos que el solicitante de crédito fue el Salvador? Durante largos eones de tiempo en el reino premortal demostró ser fiel, confiable y honorable en todo compromiso, toda responsabilidad y todos los encargos del Padre. Las Escrituras nos dicen que "De eternidad en eternidad él es el mismo" (D & C 76:4). Él nunca se desvió de sus metas, nunca aflojó en su rendimiento, nunca abandonó su palabra. Siguió cada orden con exactitud, descargó todo deber con precisión, "El Señor no se tarda en cumplir su promesa" nos dice Pedro (2 Pedro 3:09). Sus promesas son "inmutables e inalterables" (D. y C. 104:2). Como resultado, su crédito de fiabilidad debido a su inmutable divinidad era de oro puro, incluso infinito en valor. Es por eso que las leyes de la justicia podrían reconocer los beneficios de la expiación antes que el precio de compra se haya pagado, porque su promesa, su palabra, su crédito era buena garantía para la justicia y todos los que honraron su primer estado lo sabían.

En el concilio preterrenal el Salvador hizo convenio con el Padre para llevar a cabo la Expiación. John Taylor escribió: "Fue en un pacto celebrado entre él y su padre, en la que se estuvo de acuerdo para expiar los pecados del mundo"( Taylor, Mediación y Expiación, pag. 97) y desde entonces se hizo conocido como "el Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo" (Apocalipsis 13:08, Moisés 7:47).
 

Uno de los libros Apócrifos de los cuales el Señor le dijo al profeta José Smith que también “contienen muchas cosas verdaderas, y en su mayoría se han traducido correctamente” (D & C 91:1) es el Evangelio de Felipe que sugiere lo siguiente: "No fue hasta que apareció voluntariamente y entregó su vida, aunque ya la había entregado voluntariamente desde el día en que el mundo fue hecho. Entonces él descendió con el fin de tomar, lo que se había dado en prenda." ("Evangelio de Felipe," pag. 132. Estos escritos cristianos fueron descubiertos en 1945 cerca de la ciudad egipcia de Nag Hammadi.) En base a ese compromiso o pacto es que teníamos fe en él. En base a ese pacto el Padre podía prometer la remisión de los pecados antes del sacrificio expiatorio porque conocía a su Hijo y sabía que no sería un fracaso.
El problema no era que talvez podría romper su pacto, sino más bien, que no quisiera ofrecerse a hacerlo. De manera retórica, el Salvador nos recuerda la verdad: " ¿Quién soy yo, para prometer y no cumplir?" (D. y C. 58:31, Números 23:19). Salomón reconoció que del Señor " Ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés, su siervo, ha faltado." (1 Reyes 8:56, Deuteronomio 7:8). Abraham fue otro testimonio: " y no hay nada que el Señor tu Dios disponga en su corazón hacer que él no haga." (Abraham 3:17). No debería sorprender que Nehemías se refirió a él como el "Dios, que guarda el convenio" (Nehemías 9:32). Cualquier duda sobre la integridad subyacente de las promesas del Señor fue respondida cuando declaró: " No quebrantaré jamás mi convenio con vosotros"(Jueces 2:1).

En Cuento de Navidad, de Charles Dickens se refiere a la importancia de las promesas que cumplen, como se ve en su interpretación de Scrooge. Después de una vida de “no importismo”, el corazón de Scrooge finalmente se suaviza con el espíritu de la Navidad. No solo promete un aumento salarial a Bob Cratchit, sino que promete ayudar a la familia de Cratchit en su pobreza, y él promete empezar esa misma tarde. Y luego el relator da este magnífico homenaje a Scrooge: "Él fue mejor que su palabra, Él lo hizo todo, e infinitamente más.". (Dickens, Un cuento de navidad pag. 128) En este espíritu el Salvador lo hizo todo, no solo mantuvo su palabra, sino que lleva a cabo una Expiación Infinita. Pensemos por un momento en la seriedad de un juramento en el Antiguo Testamento y del Libro de Mormón. Ahora elevemos el convenio a que Dios está obligado a actuar cuando promete (D & C 82:10) y con convenios así Él garantiza que "nunca varía de lo que él ha dicho" (Mosíah 2:22). Hablando del juramento y el convenio del sacerdocio, el Señor declaró: "todos los que reciben el sacerdocio reciben este juramento y convenio de mi Padre, que él no puede quebrantar" (D. y C. 84:40).

Entonces si un Dios "no puede romper" un pacto o convenio, ¿por qué las leyes de la justicia no reconocerían los efectos de un pacto antes de su cumplimiento y pago?
Puede haber sido que tal pacto ayudó a sostener al Salvador en el Jardín de Getsemaní cuando aparentemente se habían agotado todas sus energías espirituales y físicas, cuando no había "nada" para luchar contra el Maligno y pecado en sí, sino el recordatorio de que Él hizo un pacto solemne para expiar y que siempre había cumplido sus promesas. Gracias a estos convenios ¿cuántos hombres se han levantado a alturas más elevadas, y les confirió mayor resistencia y le ayudó a descubrir depósitos de valor escondidos en alguna parte de toda su alma cuando parecía que todo se derrumbaba a su alrededor? Así que de alguna manera, este pacto cumple las leyes de la justicia para aquellos que vivieron antes de realizar la expiación, y, además, ayudó a sostener el Salvador en su hora de mayor necesidad.

Una vez que el carácter retroactivo de la Expiación se ha establecido como una doctrina real, la siguiente pregunta lógica es: "¿Hasta dónde se extiende ese poder retroactivo?" ¿Hasta Adán y Eva? o ¿Hasta en la Vida Pre-Terrenal viaja todavía ese poder expiatorio llamado "Gracia"?
LA INFINITA EXPIACIÓN NO SE DETIENE EN ADÁN, SINO QUE PASA MÁS ALLÁ DE LA VIDA PRETERRENAL
Ya sabemos que una vez ejecutada la Expiación Infinita de Cristo, el poder curativo y regenerador de ésta no sólo corrió infinitamente hacia adelante en el tiempo, sino que también hacia atrás pero ¿Cuán atrás? ¿Hasta Adán? o ¿Hasta la Vida Preterrenal se benefició con este sacrificio infinito?
Es evidente que los espíritus premortales poseían albedrío y la capacidad de tomar decisiones. (Alma 13:1-13) El presidente Joseph Fielding Smith lo dejó claro cuando dijo:
"Dios dio el libre albedrío a sus hijos aun en el mundo espiritual, mediante el cual los espíritus tuvieron el privilegio, tal como hoy en día tienen los hombres aquí, de elegir el bien y rechazar el mal, o de participar del mal y sufrir las consecuencias de sus pecados. Por causa de esto, aun allá algunos eran más fieles que otros en obedecer los mandamientos del Señor." (Smith, Doctrina de Salvación Tomo 1, cap. 4, pag. 32)

También dijo: "Los espíritus de los hombres no eran iguales. Tal vez hayan tenido un principio igual, y sabemos que todos eran inocentes al principio; pero el derecho del libre albedrío que les fue dado los capacitó para que unos aventajasen a otros, y así, a través de eones de existencia inmortal, llegasen a ser más inteligentes, más fieles, pues ellos eran libres para actuar por sí mismos, para pensar por sí mismos, para recibir la verdad o rebelarse contra ella." (Smith, Doctrina de Salvación Tomo 1, cap. 4, pag. 32)

Alma nos describe como espíritus premortales a quienes "habiéndoseles concedido primeramente escoger el bien o el mal" (Alma 13:03), y que poseíamos la capacidad de pecar. (Alma 13:04) Los discípulos del Salvador creían que una persona tenía la capacidad de pecar en la vida preterrenal, como lo demuestran cuando le preguntan al Señor: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?" (Juan 9:2).
 

Una tercera parte de los espíritus premortales cometió un pecado tan grave y atroz al dar lealtad y fidelidad al orgulloso y ambicioso Lucifer y como consecuencia a ello fueron expulsados de la presencia de Dios (D. y C. 29:36, Apocalipsis 12:4).

 
Pedro explicó que "Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, habiéndolos arrojado al infierno" (2 Pedro 2:4). Esto no fue una transgresión inocente, sino la rebelión abierta y directa contra Dios a quien tenían en frente de sus ojos y que por eternidades Él y la Madre Celestial los amaron inmensamente, y todo esto dirigido por un hermano Maligno y sedicioso, que "pecó desde el principio" (1 Juan 3:8). Esta tercera parte de las huestes celestiales, escogieron a Satanás por encima de Dios "debido a su albedrío" (D & C 29:36). Las dos terceras partes que quedaban no eran todos iguales en su lealtad y obediencia a Dios. En su creación o nacimiento espiritual estaban "en la misma posición que sus hermanos" (Alma 13:05), pero a través de las acciones de su albedrío, cada espíritu avanzó a su propio y así algunos se convirtieron en "nobles y grandes" (Abraham 3:22).

Todos los espíritus premortales comenzaron en un estado espíritual inocente (es decir, libre de pecado), pero todos estos espíritus perdieron su inocencia por el pecado individual al ejercer mal su albedrío. Algunos pecados eran de una naturaleza tan grave que provocaría la expulsión del cielo. Caín, que no fue expulsado, debe, no obstante haber pecado gravemente en la vida premortal, porque el Señor decretó: "serás llamado Perdición; porque también tú existías antes que el mundo. "(Moisés 5:24). Élder McConkie escribió: " Aunque fue un rebelde y estuvo asociado con Lucifer en la preexistencia y aún cuando fue un mentiroso desde el principio y su nombre fue Perdición, Caín se las arregló para obtener el privilegio del nacimiento mortal." (McConkie, Doctrina Mormona pag. 114)
Conceptos tales como el albedrío, la expulsión y la preordenación, todos los cuales estaban presentes en la vida premortal, implica una elección y la oportunidad de obedecer o rechazar al pecado de la Vida Preterrenal. El progreso al cual todas las eternidades han originado Dioses, se debe a la oportunidad de escoger el bien antes que el mal y así ganar méritos para llegar a ser una Deidad, y obviamente, si hubiéramos vivido en un estado de inocencia o de la perfección, no habría ningún progreso que diferenciara en méritos entre los espíritus y, por lo tanto, no habría razón para etiquetar sólo a algunos como "nobles y grandes", y a otros como "Perdición". Del mismo modo, no habría razón para que se designe a algunos, pero no a todos, como "gobernantes" o "elegido" o como "bueno" (Abraham 3:22-23) si todos fueran inocente o perfecto. Tanto las Escrituras y de los poderes de la razón nos llevan a la inevitable conclusión de que el pecado estaba presente en tiempos premortales. El Presidente Joseph F. Smith Jr. concluye esta verdad: "El panorama amplio es claro, el hombre podía pecar antes de su nacimiento mortal." (Smith, Verdades Religiosas Definidas pag. 94)

Algunos podrían preguntar, sin embargo, "¿Cómo este entendimiento concilia con la Escritura que dice "ninguna cosa impura puede morar con Dios"? (1 Nefi 10:21; 1 Nefi 15:33). Una lectura cuidadosa de este y otros pasajes de las Escrituras revelará que la palabra "morar" como se usa en este contexto se refiere a una condición permanente o eterno que existe después que los hombres son llevados "ante el tribunal de Dios" (1 Nefi 10:21; 3 Nefi 27:19; Mormón 7:7; D & C 76:62). Morada o vivienda, en este sentido, es una condición futura. Hasta que se produzca el fallo no parece haber ninguna prohibición bíblica contra los seres imperfectos que residen temporalmente en la presencia de Dios hasta venir a la Tierra. De hecho, las Escrituras dejan claro que los pecadores, efectivamente viven temporalmente en la presencia de Dios en los tiempos premortales, como lo demuestra la rebelión de Satanás y la posterior guerra en el cielo. Sabemos que todos los hombres, incluso los impíos, volverán a la presencia de Dios para los propósitos de juicio y "verán su rostro" (2 Nefi 09:38). Incluso Pablo, en su camino para perseguir a los santos de Damasco, estaba de pie en la presencia del Señor resucitado (Hechos 9:3-6, 17). Por otra parte, el Salvador glorificado "habitó" entre los justos, pero todavía imperfectos, nefitas que vivieron su venida. A ellos les predicaba, "Arrepentíos de vuestros pecados" (3 Nefi 9:13; 3 Nefi 11:23, 37). En consecuencia, no parece bíblicamente incoherente que Dios en tiempos premortales permitiera a sus hijos imperfectos que residan temporalmente en su presencia mientras se enseña y se nutre y se los prepara para el día de la prueba mortal. Aquí ellos " recibieron sus primeras lecciones en el mundo de los espíritus" (D & C 138:56). Eliza R. Snow escribió acerca de estos tiempos en su bello himno "Oh mi Padre":

En la habitación de tu santuario,
¿Acaso mi espíritu una vez no residió?
En mi juventud primera,
¿No me nutriste a tu lado? (Himno “Oh mi Padre” traducción de la letra original)

Estos hijos espirituales si algún día regresarán fieles al Padre de todos nosotros, vivirán de forma permanente (es decir, vivir) con Él por los "siglos de los siglos" (D. y C. 76:112).
Sabiendo entonces que pecamos en la vida preterrenal, ¿cómo podrían nuestros pecados premortales ser "lavados" para que pudiéramos nacer inocentes aquí en la Tierra? Por la Expiación Infinita que también abarca esta etapa de nuestro viaje eterno y por lo tanto proporciona la limpieza necesaria. El Apóstol Orson Pratt creía y enseñaba tal doctrina: "No vemos ninguna irregularidad en Jesús, ofreciéndose a sí mismo como ofrenda y sacrificio aceptable ante el Padre para expiar los pecados de sus hermanos, comprometidos, no sólo en el segundo, sino también en el primer estado." (Pratt, El Vidente, Cap.1 pag. 54) Doctrina y Convenios parece confirmar esta creencia: "Todos los espíritus de los hombres fueron inocentes en el principio [se refiere a nuestro nacimiento espiritual]; y habiéndolo redimido Dios de la caída [se refiere a la Expiación], el hombre llegó a quedar de nuevo en su estado de infancia [en referencia al nacimiento mortal], inocente delante de Dios." (D. y C. 93:38).
Comenzamos nuestra existencia espiritual en un estado de inocencia, es decir, éramos puros y libres de pecado. Evidentemente, a través de la expiación de Jesucristo y sus poderes redentores, estábamos igualmente en la misma condición de inocentes cuando vinimos a la vida terrenal sin contaminado y sin manchas de nuestros pecados premortales. Aunque sería prematuro llegar a una conclusión definitiva antes de recibir más revelación, parece que la Expiación se estiró lo suficientemente lejos para incluir todos nuestros pecados, incluyendo, nuestra vida premortal. De este modo se aplicaría retroactivamente con efecto infinito.


LOS EFECTOS POSTMORTALES DE LA EXPIACIÓN
Las consecuencias de la Expiación no son menos eficaces prospectivamente. Los poderes redentores del Salvador se estiran también hacia adelante para llegar a los espíritus de los muertos tan fácilmente como se estiran también a nuestra vida premortal.
El 3 de octubre de 1918, el presidente Joseph F. Smith se sentó en su sala de meditación de las Escrituras a reflexionar sobre el gran sacrificio expiatorio del Salvador. Quedó impresionado con el relato de la visita del Salvador a los muertos (1 Pedro 3:18-20; 4:6) de Pedro. Mientras lo meditaba, "se abrieron los ojos” de su “entendimiento” (D & C 138:11) y vio las huestes de los muertos, de los cuales Pedro habló. Se dio cuenta de que el Salvador organizó sus fuerzas misioneras y los envió a predicar el evangelio a los que todavía no habían escuchado sus verdades gloriosas. En un lenguaje inconfundible, el presidente Smith informa que la redención y sus efectos se les enseña a los espíritus de los difuntos de la Tierra: " y allí les predicó el evangelio sempiterno, la doctrina de la resurrección y la redención del género humano de la caída, y de los pecados individuales, con la condición de que se arrepintieran." (D & C 138:19). Entonces sigue este pronunciamiento contundente del presidente Smith: "Los muertos que se arrepientan serán redimidos" (D & C 138:58). La Expiación fue y es enseñada a los muertos, y además, es eficaz para aquellos de entre ellos que decidan arrepentirse.

¿Hay un demasiado tarde para la redención? ¿qué de aquellos mortales y espíritus de los difuntos de la Tierra que han escuchado plenamente el Evangelio y lo rechazaron con firmeza? ¿Hay un momento en que es "demasiado tarde", un momento en que las bendiciones de la redención ya no están disponibles? Samuel el Lamanita habló de ese momento en que predicaba a los nefitas inicuos: "vuestros días de probación ya pasaron; habéis demorado el día de vuestra salvación hasta que es eternamente tarde ya, y vuestra destrucción está asegurada" (Helamán 13:38).
Amulek asimismo previó y enseñó de tal día. Le suplicó a su pueblo a que "no demoréis el día de vuestro arrepentimiento hasta el fin; porque después de este día de vida, que se nos da para prepararnos para la eternidad, he aquí que si no mejoramos nuestro tiempo durante esta vida, entonces viene la noche de tinieblas en la cual no se puede hacer obra alguna."(Alma 34:33; 3 Nefi 27:33). Amulek se centró en ese momento crucial en el momento en que el glorioso principio de arrepentimiento ya no estará disponible, cuando la última centella de esperanza habrá desaparecido para el arrepentimiento, y entonces la noche habrá descendido en toda su oscuridad. Amulek sigue:
"No podréis decir, cuando os halléis ante esa terrible crisis: Me arrepentiré, me volveré a mi Dios. No, no podréis decir esto; .... Porque si habéis demorado el día de vuestro arrepentimiento, aun hasta la muerte, he aquí, os habéis sujetado al espíritu del diablo y él os sella como cosa suya; por tanto, se ha retirado de vosotros el Espíritu del Señor y no tiene cabida en vosotros, y el diablo tiene todo poder sobre vosotros; y éste es el estado final del malvado."(Alma 34:34-35).
Mormón vio “que el día de gracia había pasado para ellos, tanto temporal como espiritualmente" porque su pueblo no estaban arrepentidos (Mormón 2:15). Oseas profetizó el día en que "La compasión se esconderá de mis ojos. [de Dios]" (Oseas 13:14). El Señor ha dado un plazo generoso en el que se amplían sus poderes curativos y regeneradores, pero, finalmente, llega un momento en que el bálsamo espiritual ya no estará disponible.

Emily Dickinson fue una poetisa que inspiradamente habló de ese momento:

"¿Es el Cielo un médico? dicen que Él todo puede sanar; pero la medicina póstuma no está disponible en este lugar". ("Poemas" de Emily Dickinson Poetisa Estadounidense 1830)

En ese momento sabremos, "¡La siega ha pasado, el verano ha terminado y mi alma no se ha salvado!"(D. y C. 56:16; Jeremías 08:20; D & C 45:2).
La expiación se aplica a lo largo de las extensiones interminables de la eternidad de forma retroactiva y prospectiva. Ese fue el pronunciamiento claro del Señor, la salvación vendrá "no sólo [a] los que creyeron después que él vino en la carne, en el meridiano de los tiempos, sino que tuviesen vida eterna todos los que fueron desde el principio, sí, todos cuantos existieron antes que él viniese"(D & C 20:26). Los efectos de la expiación de Cristo son eternos, el tiempo para el arrepentimiento no lo es. Sin embargo para aquellos que se arrepienten, el proceso de limpieza es más que un encubrimiento temporal, es una cura permanente para los pecados de todos los hombres así, en todas las épocas, en todas las etapas de la existencia del hombre. En consecuencia, la Expiación es infinita en tiempo.

Pablo habló de la Expiación su naturaleza ilimitada en el tiempo cuando enseñó que Cristo "habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre" (Hebreos 10:12). Ese fue también el testimonio del Salvador: "mi salvación será para siempre"(Isaías 51:6; Isaías 51:8). Y así es.


                                                        Por: Fernando Illanes ®

1 comentario:

  1. wow muy buena exposion de doctrina hermano, siempre tube mis dudas del significado de la retroactividad de la redencion gracias

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