jueves, 17 de noviembre de 2011

LA DIFERENCIA ENTRE KORIHOR Y PEDRO

Se nos ha testificado que Dios es un Dios de orden y no de confusión (DyC132:8) y que Dios no tiene la sabiduría limitada como el hombre y que por eso nunca se arrepiente de lo que dice o hace (Num. 23:19). No obstante el Señor en algunas ocasiones cambió por la dirección opuesta a un mandamiento dado por Él mismo.
Jesús ordenó a los Apóstoles no enseñar el evangelio a los Gentiles (Mateo 10:5-6). Él mismo afirmó este principio al negar su intervención divina por un momento a favor de una mujer Cananea (Mateo 15:24). Entonces ¿por qué Dios pidió a Pedro ir a predicar el evangelio al centurión Cornelio que era un Gentil?
Se nos dice que este varón llamado Cornelio creyó en el Dios de los judíos y oró a Él. A causa de su gran fe, "un ángel de Dios" vino a él en una visión y lo instruyó para más adelante cómo recibir la salvación. (Hechos 10:1-4) Vemos entonces que es un error creer que las visiones se acabaron con la muerte del Salvador.
El propio Jesús fue quién les dijo a sus discípulos que no fueran a los Gentiles, y Pedro era sumamente obediente a su Maestro. Así que para el Señor se presentaba el siguiente problema ¿cómo convencerle a Pedro de hacer lo contrario a lo que Él mismo (Jesús) le había ordenado antes?, porque el mandato de ir a predicar a todas las naciones de la tierra era comprendido a todas las naciones que no eran de la tribu de Judá pero que si eran de la casa de Israel y no a las naciones paganas e idolatras, ese era el mandato que los Apóstoles tenían en su corazón que debían cumplir.
El Señor arreglaría esta situación a través de la ley de Moisés, los judíos habían recibido una ley estricta de Dios de las carnes que participarían como alimento de ellos. Ahora el Señor iba a usar esta misma ley para convencerle a Pedro de hacer algo que era inconcebible permitir a los Gentiles tener la misma oportunidad para salvarse como las personas elegidas de Dios la tenían.
En Hechos 10:11-15 el Señor mostró a Pedro en una visión un lienzo que contenía todas las clases de carne que se prohibió bajo la ley de Moisés, y El Señor le ordenó a Pedro que comiera. Siendo un fiel devoto de la ley de Moisés y sin comprender aun por completo todo lo que significó el sacrificio de Jesucristo, ya que este ponía fin a la ley mosaica, Pedro se negó a comer. En tres ocasiones el Señor le mostraría a Pedro esta visión utilizando otra vez el método que Jesucristo usaría para transmitirle a Pedro la importancia de obedecerle diciéndole tres veces como lo hizo poco tiempo atrás cuando le había preguntado tres veces a Pedro si él lo amaba y tres veces le ordenó que apacentara Sus ovejas (Juan 21:15-17). Finalmente el Señor le dijo: “Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú común.”

A Nefi le tocó lidiar también con la misma naturaleza confusa e incluso mucho más, ya que a él se le pidió que matara a un hombre llamado Labán (1 Nefi 4:10-11) y él nunca antes había matado a alguien y él era fiel cumplidor de la ley de Moisés igual.

Situación similar a la que vivió Moisés ya que el Señor le ordenó a Moisés que destruyera a cada Madianita incluyendo a las mujeres y a los niños (Números 31).

Abraham fue rescatado por orden del Señor de un altar para sacrificios humanos y le pidió que saliera de esa ciudad porque Él no aprobaba los sacrificios humanos. Pasaron muchos años y ya un anciano a Abraham se le prometió el hijo que tanto ansiaba, y el Señor se lo concedió. Pasaron aproximadamente casi 30 años después y se le ordenó a Abraham que matara a este hijo llamado Isaac como un sacrificio por este mismo hijo prometido y Abraham entendió con mucho dolor que este mandato provenía del Señor y que por lo tanto debería obedecer a pesar de saber que años atrás el Señor le mandó a no realizar ni ser parte nunca de un sacrificio humano.

Como también podríamos mencionar que el gran profeta Elías degolló a 450 sacerdotes de Baal como castigo por haber desviado a toda la ciudad.

En cada caso, estos grandes hombres hicieron como Dios los ordenó, sin dudarlo y sin cuestionar. Pedro estaba en una de estas situaciones en la que parece ver una notable contradicción y lo que le hace a Pedro tan grande es que él estaba deseoso de aceptar cualquier orden que el Señor le dijera, sin tener en cuenta sus propias ideas.
Sea quien sea de los ejemplos mencionados cualquiera de ellos en el momento pudo preguntarse si es que Dios pediría a alguien hacer algo que viole Su propia ley después de que Él mismo la haya entregado, pero no lo hicieron nunca tuvieron la duda de que si la orden venía de Dios o del Diablo. Por el ambiente y época Pedro pudo pensar que sería contaminar el evangelio si se les predicaba el evangelio a los gentiles. Moisés, Elías y Nefi pudieron pensar que era Satanás quien les inducía ir en contra del “No matarás” de la ley de Moisés.
Estos grandes hombres conocían con seguridad de donde venía la orden, sabían que el gran Señor era quien la daba y actuaron bajo el código del cual todos los profetas de Dios se rigieron y transmitieron, el cual José Smith lo enseñó “Cuando Dios habla el hombre solo debe obedecer” (Enseñanzas del profeta José Smith pág. 52).
El dilema cual representó cada situación de los ejemplos mencionados, es digno de ganarse toda la atención posible quizá algún día el Señor nos inspire y nos revele que actuemos escapando de lo ya establecido como norma o mandamiento y que por nuestra falta de armonía con el Señor equivocadamente juzguemos que dicha revelación no es del Señor.
Como también por falta de armonía con el Señor y por ende ausencia de la compañía del Espíritu Santo Satanás logre engañarnos y nos dé mandamientos que creamos que viene de los cielos como le ocurrió a Korihor, un hombre que se esforzaba por ser un buen creyente y siervo de Dios. Pero algo pasó con Korihor que paulatinamente fue perdiendo la armonía con los cielos y el Espíritu Santo no pudo acompañarlo obviamente por actos contrarios a la voluntad del Señor y así fue engañado por Satanás al presentarse este como un ángel de luz enviado por el Señor indicándole que el pueblo Nefita se había perdido en la adoración de un Dios que no existía y que por lo tanto debería ir a ellos a amonestarlos para que dejen de adorar al Cristo prometido. Korihor a pesar de sentir que era contrario a lo correcto lo que este ángel decía, optó por creerle pensando que haría el bien. Pero el espíritu de Korihor fue corrompiéndose por el hecho que al escuchar la defensa de la verdad por parte de Ammón el Sumo Sacerdote y su pueblo y Alma y el juez superior no quiso aceptar su error a tiempo y prefirió continuar en su aseveración errónea antes que en público aceptar su error.         
                    

Al ver el desenlace de Korihor nos indica que lo más probable que pasara para que Korihor perdiera la compañía del Espíritu Santo fuera su orgullo, a causa de ello Korihor fue destruido por el Señor por su maldad. (Alma cap.30)

No obstante nada de esto le hubiera pasado a Korihor si este hubiera estado en la armonía espiritual en la que se encontraban Moisés, Elías, Nefi y Pedro con los cielos. Esta armonía solo se la logra con mucha oración y ayuno y el constante estudio, meditación y aplicación de las escrituras.
El Señor no nos dejará solo ante la confusión en la que Satanás nos quiera meter, no obstante el Señor de una manera muy medida nos susurrará a nuestro corazón la interpretación correcta a cualquier confusión nuestra a diferencia que Satanás nos gritará a nuestros sentidos físicos y a nuestra propia prudencia.


por Fernando Illanes ©

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