miércoles, 30 de octubre de 2013

¿SEÑOR POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO? Por Fernando Illanes ©


“¿Hasta cuándo Señor debo aguantar esta prueba? ¿Cuándo escucharás mis clementes oraciones pidiendo que se acabe mi dolor?” En el pasado los hombres llegaron a exclamarle al Señor estas dos preguntas. Hoy en día hay millones de personas que le exclaman lo mismo al Señor y por seguro esto se repetirá con la humanidad en todas las épocas futuras.

“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no me salvarás?” exclamó el profeta Habacuc (Habacuc 1:2)

“JUSTO eres tú, oh Jehová, cuando yo contiendo contigo; sin embargo, hablaré contigo sobre tus juicios. ¿Por qué es prosperado el camino de los malvados, y les va bien a todos los que se portan deslealmente?” Sorprendentemente Jeremías le exclama con respeto al Señor (Jeremías 1:1)

Los profetas de Dios como Alma y Amulek, experimentaron en carne propia una injusta persecución, sufrimiento y la inhumanidad de los impíos, que hizo que gritaran; “¿Cuánto tiempo, oh Señor, sufriremos estas grandes aflicciones?” (Alma 14:26)

Incluso el profeta José Smith cabeza de esta última dispensación, que había mirado a las extensiones de la eternidad, había recibido innumerables revelaciones, y se había comunicado con el Padre y el Hijo, en la agonía de su propio sufrimiento tenía más preguntas que respuestas. "Oh Dios, ¿en dónde estás? ¿y dónde está el pabellón que cubre tu morada oculta? ¿Hasta cuándo se detendrá tu mano, y tu ojo, sí, tu ojo puro, contemplará desde los cielos eternos los agravios de tu pueblo y de tus siervos, y penetrarán sus lamentos en tus oídos? Sí, oh Señor, ¿hasta cuándo sufrirán estas injurias y opresiones ilícitas, antes que tu corazón se ablande y tus entrañas se llenen de compasión por ellos?" (D & C 121: 1-3).
No sólo tenemos a los profetas, con sus propios puntos de vista espirituales únicos, luchando a través de las edades para conciliar la realidad de un profundo sufrimiento y la injusticia en el mundo con su profunda fe en un Dios todopoderoso y lleno de amor. Incluso el Maestro, ante las agonías incomprensibles de Getsemaní y Gólgota, exclamó: “¡Elí, Elí!, ¿lama sabactani? Esto es: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46) Dada su naturaleza divina, Él sabía todas las respuestas correctas, sin embargo, su naturaleza mortal cuestionó cuando fue confrontado con el dolor y el sufrimiento que sorprendentemente superó su propio entendimiento y expectativa.


Élder Neal A. Maxwell declaró. "Imagínese, Jehová, el Creador de este y otros mundos, ¡¡¡sorprendido!!! Jesús sabía cognitivamente lo que debía hacer, pero no por experiencia. Nunca había conocido personalmente al exquisito y exigente proceso de la expiación antes. Así, cuando la agonía llegó en su plenitud, ¡era mucho, mucho peor de lo que él con su inteligencia única nunca imaginó! Por eso no me extraña que un ángel se le apareció para fortalecerlo (Lucas 22:43)” (Liahona Enero 1985, “Dispuesto a someterse”)

Es a partir de este choque aparentemente contradictorio entre preguntas y respuestas, entre las explicaciones y experiencias entre los conocimientos que tenemos en nuestras cabezas y la comprensión que viene del corazón, que se puede producir un mayor crecimiento espiritual. La verdadera fuente de consuelo y comprensión no se encuentra en las respuestas intelectuales, sino en el que nos invita: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas." (Mateo 11:28-29)

No es suficiente con encontrar respuestas a estas dos preguntas con las que el hombre exclama ante una supuesta indiferencia de Dios ante su adversidad, sino que debemos entender que la eternidad tiene más valor que esta vida temporal, ya que los quejidos y lamentos en la eternidad no tienen solución, más en la vida Terrenal, sí.

Cuando lleguemos a exclamar; “¿Hasta cuándo Señor debo aguantar esta prueba? ¿Cuándo escucharás mis clementes oraciones pidiendo que se acabe mi dolor?” Debemos recordar que tales preguntas no son señales de un espíritu deficiente ya que grandes profetas y hasta el mismo Salvador llegaron a preguntar lo mismo. Y también debemos recordar que es precisamente en esos momentos que podemos decir a lo igual que el Señor "Elí, Elí Lama Sabactani (¿por qué me has desamparado?)" para luego dentro de la misma circunstancia decir "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" ¡ QUÉ GRANDEZA SE NOS PERMITE IMITAR A TRAVÉS DEL INSOPORTABLE Y DESESPERANTE DOLOR EN LA SOLEDAD !

Recuerde; el Señor no le exige perfección ni que sea de acero para no llorar y clamarle (con respeto) que quiere ¡ya! que acabe su dolor, pero Dios sí quiere que confíe en Su sabia y puntual agenda para solucionar penas y angustias, porque Él ve algo que usted no puede ver, y eso es su fina alma y espíritu temple de aquí a pocos años.

"No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros." (Juan 14:18)

Por Fernando Illanes ©

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