viernes, 23 de agosto de 2013

¿CÓMO LA EXPIACIÓN ACTUABA ANTES QUE SE HAGA EL SACRIFICIO? 1era PARTE Por Fernando Illanes


Un buen amigo mío me dijo que no entendía como es que La Expiación puede ser infinita en tiempo. No dice que está en contra sino que sencillamente se ha turbado y no encuentra una respuesta coherente que pueda corroborar de que la Expiación Infinita de Cristo pudo actuar hacia atrás partiendo desde los últimos segundos previos a que el Salvador entrase al Jardín de Getsemaní. Sostiene que tanto en la Biblia, Libro de Mormón y Perla de Gran Precio testifican que El Señor en la época del Antiguo Testamento Él perdonaba al pecador arrepentido, consolaba al triste, curaba almas y corazones rotos, etc. Desde Adán hasta segundos antes que comience el sacrificio expiatorio en el Jardín de Getsemaní. Mi querido amigo me dice textualmente esto: “Su sacrificio fue voluntario y no obligado, o sea el rato que el Señor quería podía retractarse y decir ¨lo siento pero esto es infinitamente horrible y difícil no puedo hacerlo, me voy donde mi Padre¨ si sabemos esto como es entonces posible que antes que Jesús fuera a Getsemaní, por siglos pasados se estuvieron beneficiando con una Expiación que todavía no se había realizado y es más había el riesgo que dijera ¨Padre aparta de mí esta copa amarga y permiteme volver en este momento a tu presencia, perdóname pero no puedo hacerlo¨ y como era voluntario no se lo condenaría por fallar, así que¿ cómo es que antes que Cristo, la Expiación ya estaba perdonando pecados, sanando almas y corazones rotos, etc. si ni siquiera se había realizado La Expiación? Y peor aún, ya que es un hecho que se perdonaba pecados todo el tiempo antes de Cristo, si Cristo declinaba ¿esto no iba a ser como una estafa a la Justicia?”.
En serio querido amigo que me encanta el dilema doctrinal inexistente que crees que hay, espero que esto pueda ayudar:

Me gustaría comenzar instar a que comiences leyendo el encabezamiento de la Alma 39 y te darás cuenta que dice en una parte, "La redención de Cristo es retroactiva para la salvación de los fieles que la antecedieron. ." Pablo enseñó que se "anunció de antemano el Evangelio a Abraham..." (Gálatas 3:08). El Evangelio o sea la fe, el arrepentimiento y el bautismo se impartió en todas las dispensaciones del evangelio comenzando desde Adán. Esto es lo que las Escrituras quieren decir cuando dicen, "El Evangelio comenzó a ser predicado, desde el principio" (Moisés 5:58, también D. y C. 20:25-26).
Sin el efecto retroactivo de la expiación del Salvador, la enseñanza de los principios del Evangelio y la realización de las ordenanzas relacionadas en los tiempos del Antiguo Testamento hubiera sido actos inútiles e innecesarios. El Señor hizo esta declaración incondicional a Enós, que fue anterior a la expiación del Salvador cerca de cuatrocientos veinte años antes: “Por tu fe en Cristo, a quien nunca jamás has oído ni visto. Y pasarán muchos años antes que él se manifieste en la carne; por tanto, ve, tu fe te ha salvado." (Enós 1:8). El rey Benjamín puso fin a cualquier duda sobre el carácter retroactivo de la Expiación en su magnífico discurso: "quienes creyesen que Cristo habría de venir, esos mismos recibiesen la remisión de sus pecados y se regocijasen con un gozo sumamente grande, aun como si él ya hubiese venido entre ellos." (Mosíah 3:13).

Entonces el rey Benjamín confirmó la intemporalidad de la Expiación cuando testificó que los hombres serán condenados “a menos que se humillen y se vuelvan como niños pequeños, y crean que la salvación fue, y es, y ha de venir en la sangre expiatoria de Cristo, el Señor Omnipotente, y por medio de ella. "(Mosíah 3:18). Pero, ¿cómo puede ser eso?¿Cómo podría Dios retroactivamente extender las bendiciones de la Expiación antes de que se pagará el precio de compra? ¿Esto no viola los principios de la justicia? ¿Y si el Salvador elegía no seguir adelante? ¿Y si nunca se derramaría nada de su sangre?
El principio del crédito retroactivo no debe resultar extraño para nosotros hoy. De hecho, es una ocurrencia diaria. A diario los hombres y mujeres compran mercancías con sus tarjetas de crédito y luego pagan por ello después que se haya disfrutado lo fiado a crédito. Como los hombres y mujeres demuestren confianza y puntualidad en su historial, el aumento de crédito incluso es rogado por el mismo Banco. Una vez que es demostrada la solvencia, los bancos o cooperativas incluso solicitarán con fervor que adquieran más crédito. Ellos saben que ciertas personas siempre se les pueden confiar a ciegas que pagará la factura crediticia.
¿Cuánto más, si hablamos que el solicitante de crédito fue el Salvador? Durante largos eones de tiempo en el reino premortal demostró ser fiel, confiable y honorable en todo compromiso, toda responsabilidad y todos los encargos del Padre. Las Escrituras nos dicen que "De eternidad en eternidad él es el mismo" (D & C 76:4). Él nunca se desvió de sus metas, nunca aflojó en su rendimiento, nunca abandonó su palabra. Siguió cada orden con exactitud, descargó todo deber con precisión, "El Señor no se tarda en cumplir su promesa" nos dice Pedro (2 Pedro 3:09). Sus promesas son "inmutables e inalterables" (D. y C. 104:2). Como resultado, su crédito de fiabilidad debido a su inmutable divinidad era de oro puro, incluso infinito en valor. Es por eso que las leyes de la justicia podrían reconocer los beneficios de la expiación antes que el precio de compra se haya pagado, porque su promesa, su palabra, su crédito era buena garantía para la justicia y todos los que honraron su primer estado lo sabían.

En el concilio preterrenal el Salvador hizo convenio con el Padre para llevar a cabo la Expiación. John Taylor escribió: "Fue en un pacto celebrado entre él y su padre, en la que se estuvo de acuerdo para expiar los pecados del mundo"( Taylor, Mediación y Expiación, pag. 97) y desde entonces se hizo conocido como "el Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo" (Apocalipsis 13:08, Moisés 7:47). Uno de los libros Apócrifos de los cuales el Señor le dijo al profeta José Smith que también “contienen muchas cosas verdaderas, y en su mayoría se han traducido correctamente” (D & C 91:1) es el Evangelio de Felipe que sugiere lo siguiente: "No fue hasta que apareció voluntariamente y entregó su vida, aunque ya la había entregado voluntariamente desde el día en que el mundo fue hecho. Entonces él descendió con el fin de tomar, lo que se había dado en prenda." ("Evangelio de Felipe," pag. 132. Estos escritos cristianos fueron descubiertos en 1945 cerca de la ciudad egipcia de Nag Hammadi.) En base a ese compromiso o pacto es que teníamos fe en él. En base a ese pacto el Padre podía prometer la remisión de los pecados antes del sacrificio expiatorio porque conocía a su Hijo y sabía que no sería un fracaso. El problema no era que tal vez podría romper su pacto, sino más bien, que no quisiera ofrecerse a hacerlo. De manera retórica, el Salvador nos recuerda la verdad: " ¿Quién soy yo, para prometer y no cumplir?" (D. y C. 58:31, Números 23:19). Salomón reconoció que del Señor " Ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés, su siervo, ha faltado." (1 Reyes 8:56, Deuteronomio 7:8). Abraham fue otro testimonio: " y no hay nada que el Señor tu Dios disponga en su corazón hacer que él no haga." (Abraham 3:17). No debería sorprender que Nehemías se refirió a él como el "Dios, que guarda el convenio" (Nehemías 9:32). Cualquier duda sobre la integridad subyacente de las promesas del Señor fue respondida cuando declaró: " No quebrantaré jamás mi convenio con vosotros"(Jueces 2:1).

En Cuento de Navidad, de Charles Dickens se refiere a la importancia de las promesas que cumplen, como se ve en su interpretación de Scrooge. Después de una vida de “no importismo”, el corazón de Scrooge finalmente se suaviza con el espíritu de la Navidad. No solo promete un aumento salarial a Bob Cratchit, sino que promete ayudar a la familia de Cratchit en su pobreza, y él promete empezar esa misma tarde. Y luego el relator da este magnífico homenaje a Scrooge: "Él fue mejor que su palabra, Él lo hizo todo, e infinitamente más.". (Dickens, Un cuento de navidad pag. 128) En este espíritu el Salvador lo hizo todo, no solo mantuvo su palabra, sino que lleva a cabo una Expiación Infinita.
Pensemos por un momento en la seriedad de un juramento en el Antiguo Testamento y del Libro de Mormón. Ahora elevemos el convenio a que Dios está obligado a actuar cuando promete (D & C 82:10) y con convenios así Él garantiza que "nunca varía de lo que él ha dicho" (Mosíah 2:22). Hablando del juramento y el convenio del sacerdocio, el Señor declaró: "todos los que reciben el sacerdocio reciben este juramento y convenio de mi Padre, que él no puede quebrantar" (D. y C. 84:40).

Entonces si un Dios "no puede romper" un pacto o convenio, ¿por qué las leyes de la justicia no reconocerían los efectos de un pacto antes de su cumplimiento y pago?
Puede haber sido que tal pacto ayudó a sostener al Salvador en el Jardín de Getsemaní cuando aparentemente se habían agotado todas sus energías espirituales y físicas, cuando no había "nada" para luchar contra el Maligno y pecado en sí, sino el recordatorio de que Él hizo un pacto solemne para expiar y que siempre había cumplido sus promesas. Gracias a estos convenios ¿cuántos hombres se han levantado a alturas más elevadas, y les confirió mayor resistencia y le ayudó a descubrir depósitos de valor escondidos en alguna parte de toda su alma cuando parecía que todo se derrumbaba a su alrededor? Así que de alguna manera, este pacto cumple las leyes de la justicia para aquellos que vivieron antes de realizar la expiación, y, además, ayudó a sostener el Salvador en su hora de mayor necesidad.

Una vez que el carácter retroactivo de la Expiación se ha establecido como una doctrina real, la siguiente pregunta lógica es: "¿Hasta dónde se extiende ese poder retroactivo?" ¿Hasta Adán y Eva? o ¿Hasta en la Vida Pre-Terrenal viaja todavía ese poder expiatorio llamado "Gracia"? (Fin de la primera parte)


Por Fernando Illanes ©

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