viernes, 23 de agosto de 2013

¿QUÉ RECORDAR CUANDO POR EL REMORDIMIENTO O DOLOR DEJAMOS DE ORAR?


En nuestras más oscuras etapas y angustias más profundas podemos ir a Él y estar “para siempre envueltos entre los brazos de su amor” (2 Nefi 1:15). Él ha prometido amarnos (1 Juan 2:5), hablar con nosotros (DyC 8:2), contestarnos (3 Nefi 14:7-8), buscarnos cuando nos desorientemos (Ezequiel 34:11), reunirnos (Lucas 13:34), lavarnos (Salmos 51:2, 7), emblanquecer nuestros vestidos en Su sangre (1 Nefi 12:10), apacentarnos (Ezequiel 34:13-15) ; liberarnos del cautiverio y la cárcel (Isaías 61:1); darnos paz (Juan 14:27), darnos descanso (Mateo 11:28), extender los brazos de su misericordia para con nosotros (Alma 5: 33), y nos vendará cuando nuestros corazones estén quebrantados (Isaías 61:1).

También ha prometido aliviar nuestras cargas (2 Nefi 19:4), tomar nuestras enfermedades (Alma 7:11), sanarnos (3 Nefi 9:13), salvarnos (Isaías 25:9), liberarnos (Salmos 71:2), ser nuestro escudo y nuestro refugio (2 Samuel 22:3), liberarnos de los bestias horribles, la muerte y el infierno (2 Nefi 9:10, 19, 26), a ser herido y golpeado y azotado por nosotros (Isaías 53:5), hacernos prósperos (2 Nefi 1:9), llevarnos (Isaías 46:4), llevar nuestras dolencias (Alma 7:12), llevar nuestras enfermedades y nuestros dolores (Isaías 53:4), ser un escondite para nosotros (Salmos 119:114); pelear nuestras batallas (DyC 105:14), consolarnos (Isaías 66:13), socorrernos (Alma 7: 12), interceder por nosotros (DyC 45:3), interceder por nosotros (Isaías 53:12); enseñarnos (DyC 97:12-13), sufrir por nosotros (DyC 19:16), perdonarnos (Mosíah 26:30); gloria en lugar de ceniza, aceite de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar de espíritu apesadumbrado (Isaías 61:3), estar con nosotros (DyC 38:7), iluminarnos (DyC 11:13); invitarnos a Su casa (DyC 58:9), santificarnos (DyC 60:7), y resucitarnos en el último día (Juan 6:40).

Él tiene conocimiento perfecto y una misericordiosa empatía. Él es amor. Su poder está sobre toda la tierra. Su bondad es grande (Salmos 31:19), abundante (Éxodo 34:6), supremo (Alma 12:32), maravilloso (Alma 19:6), infinito (2 Nefi 24:10), e inmediato (Mosíah 25:10). Nada es demasiado difícil para él. Por lo tanto podemos vivir sin miedo. Más de ochenta veces las Escrituras usan alguna forma de la frase “no temas”.

Incluso “si las bravas olas conspiran contra nosotros; si el viento huracanado se hace nuestro enemigo; si los cielos se ennegrecen y todos los elementos se combinan para obstruir la vía; y sobre todo, si las puertas mismas del infierno se abren de par en par para tragarnos” (DyC 122:7), nos pide no tener miedo porque somos sus hermanos pequeñitos (DyC 50:41). Podemos creer en Él e ir a Él. Tenemos en Él una fuente inagotable de amor infinito.
¿Cómo es posible entonces que Satanás nos convence de que Dios no quiere escuchar nuestra oración cuando estamos en pecado? si después de todo tenemos a éste ser inigualable amándonos sin límites.

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